La streetfighter definitiva se convierte en la auténtica compañera de viaje con el equilibrio perfecto para recorrer lo más profundo de la ciudad.

Llega un momento en el que uno necesita una buena razón para desvincularse de todas esas cosas que abarrotan nuestras (sobrecargadas) vidas. El motociclismo ha sido siempre el elemento de mi vida que no solo me ha ofrecido momentos de libertad para explorar, sino también una manera de disfrutar del gozo de la ruta.

Al comenzar como motoristas nos lo tomamos con calma al adentrarnos en el motociclismo y acumulamos experiencia y kilómetros con un motor de cilindrada modesta. Mis inicios sobre dos ruedas se remontan a 2012, cuando dejé de usar el metro para los desplazamientos al trabajo para evitar las multitudes de las Olimpiadas. Lo que no me imaginaba era que me enamoraría del motociclismo y de la búsqueda de la libertad sobre dos ruedas. Cuando llegó la hora de elevar el listón, nada me hacía más ilusión que una Triumph. Una historia de admiración, paciencia, y años de aprecio por la ingeniería británica y su exquisita atención a los detalles. A principios de este año llegó el momento de poner mis manos sobre la Street Triple R, una moto que rebosa potencia y una silueta contundente a la vez que elegante.

¿Qué puedo decir acerca de la Street Triple R que no se haya dicho ya sobre las mochilas voladoras, el puenting o el esquí acuático? La llaman «la streetfighter definitiva» por un motivo: provocar una euforia rebosante de adrenalina que nos revienta las costuras cada vez que abrimos gas.

¿LA STREETFIGHTER DEFINITIVA?

Nunca paro de moverme, sobre todo cuando estoy en la ciudad durante la semana, y en los fines de semana la capacidad de adaptación de la Street Triple R multiplica la diversión hasta el infinito. Disfruto mientras la moto avanza dejando atrás el tráfico de la hora punta, es la manera perfecta de superar la pelea del día a día y administrarte la dosis diaria de entusiasmo.

Cada vez que me subo a ella, los primeros adjetivos que llegan a mi mente son «ligera», «rápida» y «ágil». Y en lo tocante a velocidad, nunca he sentido que una moto salga tan disparada como la Street Triple, simplificando al máximo los adelantamientos y las maniobras. La agilidad es fundamental en las zonas más congestionadas de Londres, con poco tiempo y espacio para desenvolverte. La Street Triple R devora los kilómetros, toma las curvas con facilidad y convierte cualquier ruta en una aventura. Accesible, asequible y con unas prestaciones adictivas, la Street Triple R es la moto urbanita definitiva.

No todos los días se tiene la posibilidad de tomar decisiones trascendentales, y nada me hace sentir más orgulloso que haberme adentrado en el mundo de las Triumph con la Street Triple R.