¿Cómo empezó tu viaje con Triumph?

«Mi aventura con Triumph empezó recorriendo América a los mandos de una Bonneville. A la filial polaca le impresionó tanto mi viaje que me pidieron que organizara los viajes de sus clientes por Polonia y toda Europa. Hoy, nueve años después, trabajo a tiempo completo para Triumph Polonia, y sigo viajando y descubriendo nuevas rutas haciendo lo que más me gusta».

¿Cómo te sientes viajando por el extremo opuesto del mundo?

«Desde el primer momento, en cuanto aterricé en Hanoi, me llegaron cientos de estímulos por todas partes: nuevos olores, scooters pitando constantemente, coches que no respetan la prioridad, un idioma desconocido... todo esto hace que tengas que viajar superconcentrada todo el rato. Al principio, tenía miedo de cruzar la calle por si me atropellaban, pero resultó que hay un método para escapar de esta locura: en las ciudades, la gente no va en scooter sino que «nada» como un banco de peces. La cosa se pone más difícil en las carreteras nacionales porque allí, por desgracia, impera la ley de la jungla, y el más grande tiene prioridad. El segundo día ya no me sorprendía la vista de autobuses adelantando camiones viejos o, como en las películas estadounidenses, camiones de gran tamaño adelantando a otro vehículo que a su vez está adelantando a un coche. Por desgracia tienes que estar muy atenta todo el rato. Además, a menudo sucede que de repente se acaba el asfalto, para colmo solo en tu carril, o por ejemplo te encuentras con un búfalo plantado en medio de la carretera. Me hace gracia que, en Vietnam, siempre tienes que esperar lo más inesperado. Sin embargo, una vez te alejas de todo este ajetreo, descubres la belleza de Vietnam, sus maravillosos y exóticos paisajes y sus serpenteantes carreteras de montaña.

¿Cómo se comporta la nueva Speed 400?

«Perfectamente. Superó sin problemas todas las carreteras y caminos. A veces le pedía perdón por lo que le hacía pasar, pero la verdad es que este modelo me sorprendió muy gratamente. Es una moto increíblemente ligera con un buen par motor, aunque debo admitir que no me hubiera importado tener una moto más grande en algunas de las rutas estrechas que tomé. Su segunda ventaja reside en su bajo consumo de combustible, que durante mi viaje osciló entre los 2,27 y los 3 l/100 km, algo que puede ser una gran ventaja en los viajes de bajo presupuesto. En lo que respecta al confort de marcha, me llevé una buena sorpresa también ya que el asiento es muy cómodo para una café racer tan pequeña, y además me gusta la postura. Me incomodó mucho más el calor, con temperaturas entre los 38 y los 46 °C y humedades en torno al 90 %. Algo difícil de soportar cuando llevas puesta ropa motera. Lo que me salvó fue parar con frecuencia a empapar con agua la braga de cuello, lo cual durante 10 minutos me daba la sensación de llevar encendido el aire acondicionado, y beber agua de coco o té helado. Es curioso que a veces notaba más frescor viajando con el visor del caso cerrado que abierto.

¿Qué es lo que más te ha impresionado?

«Sin lugar a dudas la ruta de Ha Giang que, con sus vistas, sus pasos estrechos, sus gentes y sus precipicios de varios cientos de metros sin barreras de seguridad, resulta difícil de olvidar. Es un pequeño paraíso para motociclistas. También me encantó la provincia de Ninh Bình, con sus increíbles rocas al alcance de la mano y los paseos por el río en pequeños botes de madera en Tràng An. No en vano está considerada Patrimonio Mundial de la UNESCO y aparece en numerosas películas de Hollywood debido a sus exóticos y misteriosos parajes. Y por último no puedo dejar de citar la solitaria, salvaje y legendaria pista Ho Chi Minh, que conecta el norte y el sur de Vietnam, pasando cerca de la frontera con Camboya y Laos. A veces tienes la sensación de que estás en medio de la selva y esperas que de repente aparezca un tigre en la carretera, aunque es fácil escuchar a los monos en tu casco mientras circulas. Y de entre las ciudades que más me han gustado me quedo con Hoi An con sus famosas linternas nocturnas, su música en directo, su bonita playa y todas las demás atracciones que ofrece. Y hablando de Vietnam, no solo debo referirme a los lugares, ya que lo que hace que este país sea único son sus gentes. Son extremadamente trabajadores, están totalmente volcados en sus familias y son muy serviciales. Me encanta su aprecio por las cosas pequeñas de la vida y su mirada al futuro y no al pasado. Esta ha sido, sin duda, la mayor aventura de mi vida. En Vietnam aprendí muchas lecciones, sobre todo a tener paciencia y valorar el momento.